
Desde sus inicios, el pueblo mapuche como muchos otros pueblos originarios desarrolllaron un amplio conocimiento de la astrología y la astronomía. Esto le posibilitó tener una noción acabada de los cambios de posición del sol y otros astros y, como consecuencia, las variaciones que producen en la naturaleza y el ser humano. Esa comprensión hizo que pudieran captar con exactitud el lenguaje de la tierra, sus etapas evolutivas y el comienzo y fin de cada año.
Durante la mañana del 24 de junio, los mapuches celebran a viva voz el «Akuy We Txipantü» (Hemos vuelto a ver el nuevo sol), hacen un recorrido desde los cuatro puntos cardinales para reunirse con sus antepasados y sus raíces. Existen diversas actividades durante este importante día, como el jugar al palín, hacen carreras de caballos, competencias, etc.
Para los mapuches coincide con el fin de la época de cosecha y el inicio de la de siembra. En su visión cíclica del tiempo, el sol es el principal motor de la vida. Sus creencias marcan que este nace al inicio del invierno, en primavera se hace joven, en verano es adulto y se hace viejo en otoño cuando las hojas de los árboles caen y los animales cambian su pelaje.
«el 24 de junio con el solsticio de invierno en el hemisferio sur comienza un nuevo cambio de estación, un nuevo ciclo natural y los Pueblos Originarios celebran la llegada de un nuevo año, el renacimiento del sol (Antu), dándose así un nuevo ciclo solar, yusnauku a kaya para el Pueblo Nación Gunnun a Kuna, Wiñoy Tripantu para el Pueblo Nación Mapuche e Inti Raymi para los Pueblos Nación Quichua y Aimara, la celebración del año nuevo en las distintas culturas indoamericanas» señalaron desde la Municipalidad de Trelew.